Punto de no retorno poético. Lo versificado, versificado está y en imprenta (lo amado, amado está y en imprenta).
Todavía intentando que me salga decir que soy poeta.
He leído demasiadas maravillas y las miro como una sioux mira las nubes.
Diré, como Tsvietáieva, que «no conozco influencias literarias, conozco influencias humanas». O dicho con mis propias palabras: «no pretendo emular a ninguna de mis capitanas, sino traducir mi fuego a verbo».
Una cosa está clara: una poeta lánguida, olvidada de su cuerpo en pos del Parnaso, a la vista está que no soy.
Punto de no retorno poético
