Santa Gloria

Las mañanas de domingo, siempre preciosas y tristes. Madrugo y veo amanecer con un primer café. Reparo en los árboles, ayer pelados y ahora abrileños. Me ducho y bajo a comprar la prensa. Hoy además he traído cruasanes del Santa Gloria, para celebrar que es mi santo y la maravilla de llevar el nombre de una estirpe de mujeres gloriosas: la Fuertes, la Anzaldúa, la Steinem…
Además con mi nombre tengo una historia digna de que Dolly Parton me haga una canción (Jolene siempre me ha dado mucha envidia). En el verano de 2006 regresé de pasar un año estudiando en Estados Unidos y busqué trabajo. Debían de ser buenos tiempos porque lo encontré rapidísimo, en el departamento de grandes cuentas de una importante empresa de mensajería. La jefa era una italiana cuya voz se escuchaba por toda la enorme sala en la que atendíamos con cascos inalámbricos a nuestros exclusivos clientes. Cuando la telefoneaban a ella era porque alguno de ellos estaba descontento, entonces siempre se despedía con «gracias y un saludo», como si fuera un email en lugar de una conversación, y gritaba a alguno de sus agentes: ¡Por qué no tienes localizado el paquete! Era horrible, la verdad.
El caso es que cuando la italiana me comunicó que el puesto era mío, también me avisó de que no me podía llamar Gloria. Damos un trato personalizado a nuestros clientes y se refieren a vosotros por el nombre de pila, me explicó. Ya hay una Gloria en el departamento, así que para que no haya confusiones cuando pregunten por ti, debes elegir otro nombre. Empiezas el lunes, me lo dices entonces.
Escogí Carlota por Charlotte Brontë y empecé en mi puesto. ¿Y qué pasó? Pues que tuve una cuenta de correo electrónico que era carlota.fortun. Que con los clientes acabas intimando y para todos era Carlota. Que mis compañeros no sabían que no era mi nombre real. Recuerdo una tía amargada que no sé por qué me despreciaba y siempre me decía lentamente: Car-lo-ti-ta… Hice amistades, claro. Salíamos por ahí: ¡venga, Carlota, pídete otra ronda!
Estuve unos meses en ese trabajo y fui Carlota entre semana, Gloria los findes. Por eso ahora siempre celebro mi santo: como se descuide una, pierde hasta lo que creía inamovible.

Publicado por Gloria Fortún

No tengo tiempo para escribir poco

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