Trabajo como una burra, lo hago todo con bastante amor y no sería nadie sin la agenda mediante la cual me organizo. Escribo con devoción, leo mucho por las noches y ayudo con lo que está en mi mano a quien me lo pide, como siempre me han ayudado a mí. Trato de mantener el entusiasmo creativo y el desprecio productivo. Esta es mi forma de vivir en el mundo de la literatura y cualquier otra narrativa que me cuente en mis momentos bajos es solo una herencia impostora. Y al final lo único que me importa tiene que ver con mis palabras y con mi gente: retahílas y relaciones.
Y el escotazo que no falte, que un robot no soy.
Retahílas y relaciones
